He viajado desde Paris para rencontrarme depues de 34 años con mi hermano Yves. Estoy aqui en representacion de todos los que no han podido viajar y que estan presentes a travez de mi persona. Asi como mi mama, que no pudo venir, me dijo “tu papa y yo somos uno”, lo mismo puedo decir de mis hermanos Philippe, Dominique, Marc y Christian, que han quedado en Paris : ellos y yo somos uno en esta circunstancia.
Tambien quiero asociar a mis cuñadas Aurora, Nicole, Nathalie y Patricia, a mis sobrinos y sobrinas Nicolas, Yves, Benoît, Christophe, Paul, Antoine, Claire, Guillaume, Pierre-Alexandre, Guillaume y Marion, y por supuesto a mi hijo Alex y a su novia Soizic. Si no he nombrado a toda la familia es porque los demas estan aqui presentes : mi papa, mis hermanos Eric y François, mi cuñada Veronica, y mis sobrinos Anita, Daniel, Pablo y Celina, y tambien mi querida Ana-Maria.
Cuando eramos una familia completa, eramos 9 hermanos. De chicos jugábamos a decir todos los nombres de corrido, sin tomar aliento : Yves Eric Brigitte Jean-Luc Philippe Dominique François Marc Christian. Este juego se detuvo en el 76.
Nos quitaron a Yves, el primero, el mayor, el que vivia todo antes. Mi otro hermano Jean-Luc tampoco esta ya con nosotros, y es un gran dolor, pero a él no lo asesinaron, fue un accidente, y tuvimos un cuerpo, una fecha, un lugar, una sepultura. Ademas nos ha dejado dos maravillosos hijos : Celina y Nicolas.
De Yves no tuvimos cuerpo, no tuvimos fecha, no tuvimos lugar.
Hoy, despues de 34 años, gracias a la escuela Pablo Pizzurno de Melincué, a su directora y a una profesora, gracias a sus alumnos, gracias a un empleado judicial, gracias al instituto antropologico, gracias a la no-resignacion de mi padre, gracias a la busqueda obstinada y sin pausa de mi hermano Eric, gracias a unas gotas de sangre que viajaron por valija diplomatica de Paris a Buenos Aires, tenemos al fin una fecha : septiembre del 1976, un lugar, Melincué, y un cuerpo, cuyos restos ahora reposan en el bosque de la memoria de Rosario, junto a los de Cristina, su compañera.
Quiero agradecer a las autoridades argentinas, al embajador de Francia,, a los organismos de derechos humanos, a la iglesia Santa Cruz, a las familias Domergue, Cialceta Marull, Habichayn, Careaga, Fernandez y Frondizi, a todos los amigos que nos apoyaron y especialmente a Carlos y Françoise Schwartz, a Daniel mi marido quien esta siempre a mi lado, y a todos ustedes aquí presentes por recordar a Yves y a cristina y, junto con ellos, a todos los desaparecidos.
Mi mayor deseo es que muchas familias mas puedan vivir como nosotros este ultimo adios a un ya no mas desaparecido. Soy consciente de que es un gran privilegio. Pero, como dice mi hijo, los huesos de los desaparecidos seguiran hablando por muchos, muchos años mas.
Muchas gracias.
Brigitte Domergue