Yves,
Estoy muy triste por no estar presente para decirte en persona aquellas palabras que me dicta el corazón.
Hoy cumplirías 56 años. Con vos, el primero de mis hijos, descubrí la maternidad con felicidad. Te vi despertar a la vida, sonreír, caminar, jugar. Vi desarrollarse tu inteligencia, afirmarse tu carácter. Eras un chico recto, serio, responsable. Te preocupabas por los demás. Eras buen cristiano y mantuviste siempre un espíritu generoso. Estaba orgullosa de vos.
Como hermano mayor de nuestra gran familia, tu padre y yo pudimos muchas veces recostarnos en vos.
Luego te volviste hombre. Nuestro amor familiar siguió siendo el mismo, pero nuestros caminos divergieron. Fue un gran dolor.
En octubre de 1974, nos acompañaste al Puerto de Buenos Aires; regresábamos a Francia. Fue desgarrador. Por siempre te voy a ver caminando hasta la punta del muelle para acompañar el mayor tiempo posible nuestro barco que se alejaba.
Tenías 20 años. Siempre tendrás esa edad para mí. Junto con tu joven hermano Jean-Luc, nos estás esperando en la otra orilla. Confío en Dios para que un día nos reencontremos todos juntos.
Hoy, todos reunidos, los que están allí presentes en Buenos Aires y quienes, familia y amigos, estamos lejos, te decimos “hasta luego”.
Odile Domergue